miércoles, 3 de marzo de 2010

HOY


Hoy, luego de 12 días de haber cumplido los famosos 25 años, estoy sentada en mi computadora pensando en qué he hecho estos 25 años que digo que han sido bien vividos...

¿Por qué bien vividos? Veamos a ver, disfruté bastante mi adolescencia, aprendí lo que tenía que aprender, pasé el la secundaria llena de energía y la colmé de bellos recuerdos que durarán toda la vida y me harán querer volver a ella en momentos difíciles de mi vida adulta, como cuando tenga una deuda y tenga que hacer milagros para pagarla, me encantará decir: "Cuando estaba joven no tenía por qué pensar en esto..."

Luego vino la Universidad, la emoción de tener una carrera, un título que me haga ser profesional, años de estudio para al final darme cuenta de que lo que me enseñaron durante 6 años en las clases no era nada comparado con el mundo laboral real, que decepción tan grande ver que todo no era color de rosa.

Mi primer salario fue una gran emoción, en especial porque pagaban en dólares, era un montón de dinero para una niña de 19 años que no tenía nada que pagar en ese entonces, y después de eso, mi primer despido, ubicándome que tenía una carrera como prioridad, gracias a ese gran jefe que tuve entendí muchas cosas, un hombre sabio. Y asi vinieron los demás trabajos que seguí aprovechando al máximo mientras duraran.

En el amor no me ha ido mal, hasta ahora que apareció ese príncipe que a veces se convierte en sapo...hombres!!! Pero que haría yo sin él? NADA. Mi vida no sería la misma, al igual que con los otros sapos antes del príncipe que me enseñaron muchas cosas y formaron mi carácter. Gracias a esos sapitos, valoro a mi príncipe. Te amo mi amor, y eres lo mejor del mundo.

A mis 23 años vino un tesoro más precioso que el oro, un ángel directo del cielo, una muñeca que nunca creí amar más que a mi misma, y ella, a pesar de que no es mi hija, es mi gran orgullo y lo que derrite mi corazón con esos hermosos ojos azules, y oirla decir: Tía te amo, hace que mi mundo se vuelque, que el tiempo se detenga y yo me quede ahí viendo su ternura, su pureza su amor tan sincero en esas tres maravillosas palabras. Su nombre es Valeria, y es un pedazo puro del corazón de Dios. Cuando la miro sé que Dios tomó su tiempo para pensarla y crearla y darme el honor de ser su tía.

Mis padres han sido maravillosos y me han enseñado la mayor serie de cosas que soy ahora, gracias a ellos soy una mujer de bien y tengo metas y sueños, así como una personalidad propia.

Nada de esto tiene orden de prioridad ni de pensamientos ni nada de esto. Sino son las cosas más importantes de mi vida diaria y no tienen orden.

Agradezco a Dios todos los días por los amigos que me ha dado a lo largo de este viaje, que son los mejores, son pocos, pero son los mejores y mucha gente desea amigos como los que yo tengo el privilegio de tener. Gracias a todos por ser tan especiales.

Y luego me quedan todos aquellos hermosos recuerdos, amargos, dulces, tristes, alegres, de reír cuando vienen a mi mente o de borrarlos de inmediato porque causan un gran dolor en mi que han ido poniendo los escalones en mi vida y que han ayudado a construir todo lo que tengo y lo que soy.

Ahora sólo me queda disfrutar mi vida mientras sigo coleccionando años, momentos y experiencias para ganar madurez y prepararme debidamente para lo que viene que es grande y hermoso.